Ya estoy aquí. Ya he llegado a la capital. Madrid me espera. Sus gentes, sus atracciones turísticas, sus monumentos, sus atascos, sus espectáculos callejeros, sus tiendas, sus bares y sobre todo sus turistas. Yo me siento como uno de estos últimos. Me paso el día andando de aquí para allí con la boca abierta como si nunca antes hubiera visto vida humana…
Y no es que yo nunca haya salido de mi ciudad o proceda de un pueblo donde todavía no sepamos qué es eso del “Feisbuk”. Ni mucho menos. Todo lo contrario. Pero soy una persona que cuando me sacan de casa, me gusta curiosear e interesarme por todo lo que me encuentro a mi paso. Eso es precisamente lo que me mantiene en alerta y me ayuda a prestar atención a todos los detalles (o chorradas si te gusta más llamarlos así). Y así lo paso bien.
Lo dicho, que ya estoy en Madrid. Lo primero que me encuentro al pisar Atocha es un estanque interno con tortugas y un jardín tropical. ¡¡¡Tortugas en una estación de tren!!! Tacharme de simple pero me llamo la atención. Preguntando a mi amigo “Google” sobre la procedencia de estas tortugas me doy cuenta de que en su mayoría se trata de tortugas abandonadas. Que incluso hay bastantes de ellas marcadas por los propios dueños para poder identificarlas. ¡Jo´er que curioso! Ya tenía mi primera historia para contar en casa.
Llevo cinco minutos en Madrid. Salgo de Atocha. Y (perdón por la expresión) ¡coño!, una cabeza de un bebé a tamaño gigante. El “listillo” de mi amigo “Google” me dice ahora que no hay solo un “cabezón” de bebé, sino que son dos. Las obras son de Antonio López y reciben el nombre de “Día y Noche” ya que una de las esculturas está despierta mientras que la otra duerme plácidamente. Además llevan allí desde el verano del 2008 y retratan a una de sus nietas. Como sabe mi amigo. ¡Qué bien se conservan!… pienso. Otra cosa más que contaré a la familia. Ya llevo dos.
Mi aventura en Madrid no había hecho más que empezar, quince minutos en la capital me habían bastado para darme cuenta de que en Madrid hay mucho que hacer y mucho que ver. Tenía una mezcla de sensaciones. Nerviosismo, inquietud y expectación.
¡¡Madrid aquí me tienes!!